El
film Lunes al Sol de Fernando León de Aranoa
se puede
integrar en el cine de temática realista o social. Este género de
cine se caracteriza por la producción independiente o de autor, de
bajo presupuesto o involucrado con alguna causa en particular: En el
film en cuestión se relata la tragedia del paro tras el cierre de
una fábrica. La consideramos una película perteneciente al cine
postclásico, sin vestigios del relato clásico, alejándose de
cierta manera del neorrealismo. El neorrealismo, a pesar de haber
hecho una ruptura con el relato clásico con autores como Fellini,
presentaba en sus inicios trazos no postclásicos, pretendiendo
“hacer creer” al espectador que no existe un mecanismo fílmico
previo que ordene los materiales de la realidad, sino que eso que el
espectador ve es la realidad plasmada sin artificios. Al contrario
del neorrealismo, donde el autor borra cualquier señal de
enunciación fílmica, en el cine postclásico esas marcas no solo
existen sino que también se inscriben en la propia película. Hoy
en día, los directores de películas de temática realista
construyen sus relatos con plena conciencia de que son ficciones,
invenciones, y no les importa reconocerlo. No por eso su cine es
menos real. Como dice André Bazin: “Respetar lo real no
significa acumular las apariencias, sino, por el contrario,
despojarlas de todo lo que no es esencial, llegar a la totalidad por
la simplicidad” (Patrice G. Hovald, 1962:289).
Esta
película se pueden integrar en la gran cartelera de películas que
forman parte del cine postclásico europeo, que se caracterizan por
rechazar los relatos simbólicos hollywoodianos, adoptando
estructuras narrativas inestables e indeterminadas. A la vez que se
produce ese repudio por el relato clásico hay también un
protagonismo dominador del acto de escritura. Esto quiere decir que
la presencia de la cámara se enuncia y la presencia del punto de
vista del autor emerge. Concluimos con esta última afirmación que
el cine puramente realista y objetivo no existe dado que hay una
realidad por cada mirada, por cada cineasta: cuando un cineasta
representa la realidad con su cámara ya la está transformando, ya
que el simple hecho de mirar termina condicionando la realidad. La
película presenta una incertidumbre del acto narrativo, donde es
evidente la ausencia de sentido: “Ante la incertidumbre del acto
narrativo, es decir, también ante la evidencia de su vaciado del
sentido, el acto de escritura terminaba por emerger como el único
acto posible” (González Requena, 2007:578). La tarea del
héroe no está definida y, además de eso, no podemos afirmar que
existe un héroe singular, pero sí un héroe colectivo
representado por los trabajadores de la fábrica que se encuentran
en el desempleo. En otras palabras, el héroe pierde su dimensión
y se aleja claramente del héroe típico del relato clásico de
Hollywood. En la película, los personajes están inspirados en los
protestantes de las revueltas gallegas de Vigo, debido a que muchas
empresas despidieron a un número elevado de trabajadores y, en
especial, los astilleros, que formaban parte del drama “Naval de
Gijón”. En ambos hechos, los protestantes actúan en
colectividad y no individualmente, que es exactamente lo mismo que
ocurre en la película: no existe un héroe individual pero si un
héroe colectivo.
Podemos
también considerarla como una película coral, dado qué no hay
un protagonista en concreto, pero sí varios personajes que tienen
sus pequeñas historias y momentos por separado, aunque se
encuentren conectados por un motivo de fuerza mayor: el paro; paro
que resultó de los despidos del astillero donde trabajaban y que
determinó sus vidas desde entonces.
Sara Mota Fevereiro